Tesis Valeria López: “Hacia una propuesta de principios y estándares de diseño urbano para las calles del gran Santiago”.

El pasado 22 de septiembre se celebró el Día Mundial sin Auto, una iniciativa que busca fomentar prácticas sostenibles y reducir el impacto ambiental, promoviendo el uso de alternativas de transporte, como la bicicleta, el transporte público o simplemente caminar por el espacio público urbano.

En este contexto, es relevante destacar la tesis de Magíster en Urbanismo en la U. de Chile de la arquitecta Valeria López, titulada “Hacia una propuesta de principios y estándares de diseño urbano para las calles del Gran Santiago” (2022). Esta investigación se centra en las calles, que son el principal espacio público de las ciudades y un soporte fundamental para la vida urbana, que enfrenta una alta demanda. Valeria presenta una propuesta de principios y estándares de diseño urbano para las calles del Gran Santiago, que podría servir de base para una futura política pública regional. Esta política podría establecer prioridades para reducir la desigualdad y asignar de manera más eficiente los recursos públicos regionales y sectoriales, con el objetivo de avanzar hacia una ciudad más justa.

La arquitecta  identifica que el Gran Santiago presenta una marcada segregación socioespacial, donde el área de mayores ingresos se concentra en cinco comunas del sector oriente, en contraste con el resto de la ciudad. Esta desigualdad se refleja en diversos aspectos de la vida cotidiana, incluso en la calidad de los espacios públicos. Un dato revelador es que solo el 38% de las manzanas del Gran Santiago tienen el 100% de sus veredas en buen estado, siendo las comunas con mejores condiciones Vitacura, Las Condes, Providencia, Lo Barnechea y La Reina.

Imagen 1: Distribución de grupos socioeconómicos y porcentaje de veredas de buena calidad en el Gran Santiago

Este panorama cobra mayor relevancia al considerar que los municipios son responsables de la gestión, mantenimiento e inversión en los espacios públicos y calles dentro de sus territorios. No obstante, la mayoría de ellos carece de recursos propios suficientes, lo que los obliga a solicitar financiamiento externo de Gobiernos Regionales (a través de los fondos FNDR) o Ministerios. Este proceso de asignación de recursos está condicionado por factores técnicos, financieros y políticos, afectando la distribución equitativa y, en consecuencia, la calidad del diseño de las calles para las personas. Según el estudio, esto es un reflejo de procesos más profundos y complejos de discriminación espacial establecidos por decisiones individuales tomadas por diferentes actores, a menudo competidores.

Imagen 2: Comparación entre los ingresos municipales por habitantes y número de personas en situación de pobreza multidimensional

El marco teórico de la tesis de Valeria plantea que las calles deben proporcionar calidad urbana para apoyar el desarrollo de una ciudad más justa. Las brechas en la calidad de estos espacios se abordan desde una perspectiva de justicia espacial, entendiendo que este enfoque permite comprender las múltiples dimensiones que generan espacios urbanos desiguales. Valeria examina los roles que juegan las calles y los espacios públicos en la vida urbana, destacando su valor social, económico y ambiental. Más allá de ser lugares de encuentro ciudadano y comercial, las calles son fundamentales en el contexto de la sostenibilidad urbana. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 (ONU-Habitat, 2018) incluyen la creación de ciudades sostenibles, donde las calles juegan un papel clave en la promoción de la movilidad sostenible, la mitigación del cambio climático y la conectividad entre ecosistemas, fomentando la restauración de los ecosistemas urbanos y contribuyendo a hacer las ciudades más habitables, saludables y resilientes (UICN, 2020).

En su trabajo sostiene que, lamentablemente, las calles han sido desatendidas por las políticas públicas debido a su complejidad intersectorial, especialmente en un contexto administrativo marcado por enfoques sectoriales. La intervención en las calles requiere esfuerzos de coordinación extraordinarios, que a menudo parecen desproporcionados en comparación con los resultados obtenidos, y depende de las capacidades y poderes que ejercen grupos específicos de políticos o funcionarios estatales en distintos niveles del sistema.

Imagen 3: Cuadro comparativo entre diferentes términos para un mismo concepto.

 

Imagen 4: Análisis nube de palabras en documentos nacionales

Por otro lado, a nivel mundial, se está reconociendo el potencial de las calles como catalizadores de transformaciones urbanas, lo que implica un cambio en el enfoque del diseño urbano. Este nuevo enfoque abandona la clasificación funcional basada en la capacidad vehicular para analizar y diseñar las calles como espacios públicos y corredores para el movimiento de personas (NACTO, 2016). En este contexto, el diseño de calles asume un papel clave en la construcción de ciudades más inclusivas y amables.

La administración de las calles, como bienes nacionales de uso público, recae en las municipalidades, salvo que por ley sea asignada a otros órganos. Al realizar su análisis, Valeria identificó que 12 servicios públicos, 7 servicios de interés público y 34 municipios del Gran Santiago intervienen en la gestión de las calles. Esto revela uno de los mayores problemas del sector público: la "insularidad", entendida como la tendencia de grandes organizaciones y sistemas a actuar como "islas autónomas" con agendas propias. Esta falta de coordinación y los conflictos internos resultan en falencias y en la ausencia de propósitos comunes (Waissbluth, 2008). Para contrarrestar esta insularidad, Valeria subraya la importancia de generar políticas públicas que reflejen los valores más importantes de la sociedad. Este sería el primer paso hacia un consenso sobre la respuesta del Estado ante los problemas.

Hasta la fecha de esta investigación, el Gobierno Regional Metropolitano carece de una política regional o un plan aprobado en materia de espacios públicos, calles o movilidad. Tras un análisis de otras competencias sectoriales, se concluye que en Chile no existe una política que defina lineamientos claros sobre espacios públicos, y menos aún respecto a las calles. En contraste, Valeria destaca el caso de Colombia, donde la Política Nacional del Espacio Público (2012) establece que “para lograr una sociedad más justa y con mayores oportunidades, será crucial la consolidación de un espacio público accesible, adecuado y suficiente para todos los ciudadanos”.

Imagen 5: Análisis de principios en documentos nacionales e internacionales

Respecto de la metodología de investigación, esta se organizó en cuatro etapas. Primero, se analizaron los principios y estándares de diseño de calles de carácter normativo e indicativo existentes en Chile a partir de una revisión documental y un análisis de contenido. En segundo lugar, se analizaron e identificaron principios y estándares internacionales para el diseño de calles, con un total de 8 países y 10 ciudades estudiadas. En la tercera etapa, se propuso un conjunto de principios y estándares para regular el diseño urbano de las calles del Gran Santiago. Finalmente, este conjunto fue evaluado y priorizado por un grupo de 19 expertos mediante una encuesta realizada entre octubre y noviembre de 2021.

Imagen 6: Comparación entre estructura nacional y casos internacionales analizados.

Como resultado final de esta investigación, los expertos priorizaron un conjunto de 9 principios y 32 estándares cualitativos y cuantitativos para el diseño urbano de calles, que pueden servir como base para una futura política regional. Los resultados evidencian un amplio consenso en temas clave como la priorización de peatones, ciclistas y transporte público, así como un acuerdo general sobre el papel ambiental que deben cumplir las calles. En cuanto a los principios, destacan aspectos que actualmente no se consideran en las políticas sectoriales, tales como la equidad, la escala humana, la cohesión social, la coherencia en el paisaje urbano, la planificación integral y la sostenibilidad. No obstante, resulta esencial ampliar este consenso incorporando la participación ciudadana.

Proponer la construcción de una ciudad que refleje estos principios requiere un esfuerzo coordinado entre los diferentes actores que intervienen en el territorio, asegurando que estos valores aborden todas las escalas de planificación y diseño, desde los instrumentos de planificación regional hasta detalles técnicos como la distancia máxima entre los orificios de las tapas de los sumideros de aguas lluvias.

En cuanto a los principios, dentro del marco de la planificación integral, es crucial desarrollar una nueva categorización de las calles que se adapte a la realidad nacional. Por ejemplo, una propuesta como Street Types for London, tal como lo hizo México, a través de su Manual de Calles (2019),  permitiría adaptar mejor el diseño (forma) al rol que cumple la calle, tanto en la red de movilidad como sus funciones de habitabilidad, buscando una mayor coherencia entre la forma, el uso y la función de la calle.

Algunos de ellos, junto con los principios, podrían incorporarse tanto en el Plan Metropolitano de Santiago como en los Planes Reguladores Comunales. Esto es especialmente relevante considerando que dichos instrumentos son de carácter normativo y requieren un proceso de participación ciudadana para su validación. En este contexto, destacan los estándares asociados al principio de sostenibilidad, que permitirían implementar como el diseño de jardines absorbentes, la priorización de sombras y la transparencia de fachadas, mejorando así el control visual en las calles y, con ello, la seguridad situacional. 

Asimismo, se podrían incluir franjas de zonificación en las aceras, lo que optimizaría su diseño y uso. También sería pertinente establecer estándares de materialidad para conseguir una imagen más coherente y unitaria en el Gran Santiago. Además, resulta crucial aumentar el ancho de las veredas—1,8 metros en calles residenciales y 2,4 metros en calles comerciales—y reducir la velocidad de las calzadas, algo que podría lograrse a través de una reclasificación de las calles y una redistribución de su ancho.

Por último, la investigación enfatiza la necesidad de que el Gobierno Regional de Santiago adopte un enfoque integral en el diseño urbano de las calles, dando prioridad a los peatones, el transporte público y el papel ambiental de las vías. Se propone, además, la creación de una política regional basada en principios claros y estándares más ambiciosos que los mínimos normativos, así como la implementación de proyectos piloto.

 

 

 

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