Día Mundial de los Océanos:

Sobreexplotación, contaminación y desechos plásticos: los grandes problemas del mar de Chile

Sobreexplotación, contaminación y desechos plásticos

En 2008, la ONU designó el día 8 de junio como el Día Mundial de los Océanos, con el fin de reconocer la importancia de éstos en el funcionamiento general del planeta donde interactúan múltiples sistemas: ecosistemas marinos, masas de agua, corrientes oceánicas y transporte de sedimentos. El océano es vital para la vida humana, ya que entre otros elementos produce casi el 50% del oxígeno del planeta.

Chile: lindo país esquina con vista al mar

Así se denominó la creación colectiva de ICTUS dirigida por el destacado actor y director teatral Nissim Sharim estrenada en 1979. Una obra que abordaba la institucionalización del nuevo modelo económico y el ideario consumista que llegó hasta nuestros mares. Chile, con más de 4.300 kilómetros de costa, un extenso territorio Antártico y una Zona Económica Exclusiva de aproximadamente 3,5 millones de kilómetros cuadrados, genera actualmente a través de sus mares más del 90% de su comercio con otras naciones del mundo.

Las actividades pesqueras y acuícolas de Chile nos ubican entre las principales naciones que se dedican a estas actividades en el mundo (informe FAO año 2022), posicionándose en el 10° lugar en la producción de la pesca de captura marina y en la acuicultura, donde destacan los cultivos de salmón y mejillones o “choros”.

Indudablemente el mar de Chile es una riqueza infinita y una fuente de recursos renovables además de ser una inmejorable vía de comunicación con el mundo. Sin embargo, las expertas alertan sobre el estado actual de nuestros mares y las consecuencias que generan la sobreexplotación pesquera y la contaminación causando grandes estragos en la biodiversidad marina y el funcionamiento de los ecosistemas.

La industria salmonera

Una de las actividades más contaminantes que se registran en el océano está relacionada con la salmonicultura. Esta industria ha sido uno de los pilares de la economía de Chile, ubicándose como el segundo productor en el mundo después de Noruega y concentrando el 28% de la producción mundial, además de ser el segundo producto de exportación del país, aunque con una contundente distancia del cobre, que ocupa el primer lugar.

La académica del Departamento de Geografía, experta en oceanografía, Joselyn Arriagada González, explica que “la actividad salmonera es altamente contaminante, además de ser un espacio donde prácticamente los salmones no poseen espacio ni oxígeno suficientes. La contaminación proviene tanto del pellet sin consumir que sirve de alimento a los salmones, así como por la acumulación de fecas y salmones muertos. A este ambiente degradado se deben sumar los desinfectantes, antibióticos (que en el caso de Chile exceden ampliamente la norma definida incluso en Noruega, en donde un 75% es excretado hacia las aguas) y antiparasitarios que representan un grave riesgo tanto para el ambiente acuático como para las personas”.

La geógrafa Joselyn Arriagada González agrega que en Chile, existen casos emblemáticos de conflictos medioambientales, como lo fue el vertido de salmones en Chiloé (2016) declarado ilegal por la Corte Suprema. Este vertimiento en contra de la ley tuvo como consecuencia la proliferación de floramiento de algas nocivas (FAN), dando lugar a marea roja. Ello produjo la muerte de moluscos, aves y mamíferos.

Asimismo, recuerda que recientemente (29 de mayo de 2023) la Comisión Mixta del Senado rechazó el artículo consistente en prohibir la instalación de nuevas concesiones salmoneras en áreas protegidas.

“Ello afecta directamente a Parques y Reservas localizadas en Patagonia, lugares de enorme importancia ambiental. Estos fiordos, ya expuestos a la amenaza del calentamiento global, ahora deberán sufrir enormes transformaciones si se autorizan nuevas concesiones de salmoneras dentro de las ya 411 concesiones vigentes. Ante este escenario sólo queda esperar que las empresas cumplan la legislación chilena vigente y que se ejecuten efectivamente las fiscalizaciones, endureciendo las multas y eventuales cierres en aquellas plantas donde reiteradamente se han producido delitos ambientales”, puntualizó Joselyn Arriagada G.

Por su parte, la académica, geógrafa y experta en Ecología Política y Geografía Económica, Beatriz Bustos, agrega: “Claramente sigue siendo un problema no resuelto el mecanismo de asignación de concesiones, no hay institucionalidad que le dé coordinación a los usos de costas y mar. Debemos ponernos al día con una institucionalidad que le dé curso a los desafíos de conservación y protección de la biodiversidad de todo el país. Esta es una deuda pendiente por más de una década y redundará en beneficios para todas las regiones donde la industria salmonera tiene presencia”. 

Para la experta, el desafío para la industria salmonera es “repensar su futuro y su relación con las comunidades donde se inserta, porque el debate nuevamente pone sobre la luz las tensiones no resueltas por la industria en su inserción territorial, que es la necesidad de una planificación que proponga una visión sistémica e integral de los territorios en los que se incorpora”.

El plástico en el mar

Chile produce 1,25 kg diario de residuos por habitante, considerándose uno de los países que más genera basura a nivel sudamericano e incluso ostenta el récord en la región en generación de basura electrónica o e-waste, proveniente de refrigeradores, microondas, monitores, pantallas, computadores, celulares en desuso: con 9,9 kilos por persona al año. (The Global E-Waste Monitor, 2014).

El problema radica en que el 60% de la basura que se genera en tierra desemboca en el mar, arrastrada por las lluvias y los afluentes de ríos. Según el informe de la ONU De la contaminación a la solución: una evaluación global de la basura marina y la contaminación por plásticos, este material representa el 85% de los residuos que llegan a los océanos y advierte que, para 2040, los volúmenes de este material que fluirán hacia el mar casi se triplicarán.

Es importante señalar que el plástico genera una intoxicación en la red trófica marina. Se ha descubierto que los micro plásticos tienen una capacidad de acumulación de toxinas, que son incorporadas a su estructura de manera acumulativa, para  luego ser ingeridos por organismos primarios que a su vez son alimentos de otros secundarios, llegando así, a lo más alto de la cadena y por ende, también a nuestra mesa.

El reciclaje es una de las soluciones más populares que se da para frenar el problema, por ello en agosto de 2021 se promulgó la ley 21.368 que regula la entrega de plásticos de un solo uso y las botellas plásticas, obligaciones de incorporar plástico recolectado y reciclado, ofrecer opción retornable, la generación de un sistema de certificación de plásticos, la fijación de infracciones, multas y fiscalización, entre otros.

Para Lorna Lares, integrante del Comité de Sustentabilidad de la Universidad de Chile, “junto con las regulaciones e implementación de la normativa respecto del plástico de un solo uso, debe existir un cambio cultural respecto a la conciencia del impacto del consumo individual, aunque percibamos que el impacto puede ser poco significativo, no hay que olvidar que muchos de los desechos son parte de nuestra propia actividad cotidiana, de nuestra huella ecológica personal. El cambio cultural, debe ir acompañado, no solo de las políticas públicas que buscan reducir el consumo de plástico, tal como lo promueve la ley 21.368. En ese sentido, se avanza en el camino, pero aún es insuficiente. Debe haber un cambio a nivel empresarial, gubernamental, desde la comunicación y la educación, así como desde la sociedad civil. Hoy, reciclar no es suficiente. Innovar, desde el diseño de envases y embalajes hasta nuevos modos de vida, es urgente. Debemos aspirar a sociedades con la voluntad y compromiso de transformar su relación con la naturaleza y cambiar los actuales patrones de consumo”.

La Pesca ilegal y la sobreexplotación

Chile se posiciona en los primeros lugares de varias listas relacionadas con la industria pesquera: tiene el sexto lugar mundial en exportaciones de productos marinos y como se mencionó anteriormente es el segundo productor mundial de salmón, harina y aceite de pescado, después de Perú, con el 15% de la producción total. 

Este posicionamiento global, se traduce en capturas anuales de más de 3 millones de toneladas de peces. Pero unido a esta posición de liderazgo, el mar de Chile es víctima de la sobreexplotación: 29% de las pesquerías están sobreexplotadas y 28% agotadas. Cifras entregadas en el último informe de marzo 2023, sobre el estado de las pesquerías en Chile, emitido por la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca) la mayoría de las especies se encuentran en crisis. 

“De las 28 pesquerías informadas, considerando aquellas pesquerías cuyo estado de conservación no se encuentra actualizado, el 14% (4) se encuentra subexplotadas y el 29% (8) en estado de plena explotación. Por su parte, se registran 8 pesquerías en estado sobreexplotación (29%) y 8 (28%) en condición de agotada”, detalla el informe.

Las causas de esta sobreexplotación son múltiples. Una de ellas es la pesca ilegal que, en los últimos años, ha duplicado y hasta triplicado sus volúmenes de extracción. Si bien la clandestinidad de la actividad dificulta la capacidad de determinar, con exactitud, su alcance, el organismo reconoce que, por ejemplo, la merluza común, el producto más vulnerable, es extraído en volúmenes que llegan a cuadriplicar las cuotas de extracción autorizadas. Tanto artesanales como industriales participan de la extracción ilícita. 

Más allá de los volúmenes y las limitaciones que se pueden imponer, para la académica experta en temáticas socioambientales y recursos hídricos, María Christina Fragkou, el gran problema dice relación con la matriz económica del país.

“En Chile prevalece un modelo de desarrollo basado en el extractivismo y la explotación en el que la vida humana y de los ecosistemas tiene muy poco valor. En este sentido, las políticas en Chile han sido muy orientadas hacia el lucro y la producción, pero los problemas socioambientales debieran analizarse desde una perspectiva multiescalar, multidimensional e interdisciplinar porque todos los problemas socioambientales son de alta complejidad. Los procesos naturales y sociales, los rasgos culturales de la población, los intereses políticos y económicos, así como el marco legal de un país van configurando las dinámicas territoriales; sin embargo, esta multidimensionalidad no está incorporada aún en las políticas nacionales”, puntualizó María Christina Fragkou 

Finalmente, las expertas recuerdan que en 2017, la ONU proclamó el “Decenio de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible de 2021 a 2030”, cuyo fin es sentar las bases político-científicas para fortalecer la gestión de los océanos. Prontamente, en abril de 2024, se llevará a cabo en España la “Conferencia de la ONU sobre el Decenio de los Océanos”, donde se expondrán los avances de los diferentes países en cuanto a las propuestas de soluciones científicas para los océanos. 

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