A propósito de la L7 del Metro: la importancia del Parque Forestal para unir y democratizar Santiago

A propósito de la L7 del Metro: la importancia del Parque Forestal

Durante la jornada del miércoles 27 de octubre, el Servicio de Evaluación Ambiental rechazó un recurso interpuesto por la Municipalidad de Santiago para redefinir el trazado original de la Línea 7 del tren subterráneo, cuya argumentación se basa en el perjuicio que provocaría en el entorno del Parque Forestal, principalmente en los árboles que serían afectados, por la construcción de los piques que iniciarían los trabajos de la nueva línea.

Este intento del municipio busca anular la Resolución de Calificación Ambiental del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) que autorizó, en julio de este año, la construcción de este trayecto, que conectará a las comunas de Renca y Vitacura y reducirá en un 54% el tiempo de viaje actual entre ambos sectores.

En conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, tres expertos en arquitectura, urbanismo y transportes explicaron las problemáticas del proyecto de la nueva línea del Metro de Santiago, que pretende intervenir un pulmón verde que “es el centro de una ciudad democrática”.

Para el arquitecto de la Universidad Católica, Sebastián Gray, desde el punto de vista ambiental, los más de cien años del Parque Forestal con sus árboles y la variedad importante de especies exóticas le entregan un enorme valor, por las características que no son comunes en una ciudad como Santiago. Además, los valores culturales de dicho espacio, que principalmente en verano congrega a miles de personas, lo transforman en un lugar “donde todo el mundo llega desde distintos rincones de la ciudad, no es un barrio cerrado. Todo lo contrario, es un barrio abierto”, asegura Gray.

Incluso, el académico explica que el origen de este parque se remonta a fines del siglo XIX, cuando Santiago era una ciudad sin grandes espacios públicos y sin parques, ya que los primeros son bastante recientes, como el Parque O’Higgins y la Quinta Normal, “que aparecieron todos a fines del siglo XIX en espacios que antes eran sólo campos, y el borde del Río Mapocho que no existía, porque el Río Mapocho era un gran lecho de río, llano, sin ningún tipo de paisajismo”, cuya canalización permitió la creación del Parque Forestal.

“Éste no es sólo un aporte desde el punto de vista del paisaje y del espacio público, ya que es un lugar donde la gente puede ir y pasear. Sino que, también, apareció una nueva ciudad que es la ciudad que podía, por primera vez, enfrentar un parque. Cosa que nunca antes había existido en la historia de Santiago. Nunca un borde de la ciudad había podido enfrentar un parque. Eso pasó hace un poco más 100 años, para el Centenario de 1910. Ya hace 110 años. Es muy poco tiempo. Ese es el valor urbanístico que tiene el Parque Forestal, de completar un poco la ciudad, de mejorarla, de hacerla más amable y más moderna”, afirma Gray.

En ese contexto, Sebastián Gray sostiene que la construcción de la Línea 7 de Santiago provocará una serie de impactos en el entorno del lugar y, a su juicio, “el problema mayor son las obras durante la construcción, y eso implica cerrar algunas partes del Parque Forestal, sacar algunos árboles, hacer unos hoyos profundos que queden ahí para siempre”.

En el mismo sentido, el ingeniero industrial y de transporte, Rodrigo Quijada, explicó que la construcción de este proyecto perjudicaría el entorno natural del Parque Forestal ya que, generalmente, los piques necesarios para construir las líneas del tren subterráneo están abiertos durante periodos de meses e inclusive años, lo que provocaría un bloqueo del espacio público del Parque.

“Además, ese lugar no queda bien después de que se tapa, los árboles viejos y grandes que habían ahí ya no están. Puedes plantar otras cosas que, en general, serán más chicos porque ya no tienes espacio para las raíces y quedan, en muchos casos, moles de cemento que quedan feas. Se echa a perder el lugar, ese es un efecto que existe si se construye el pique en esos lugares. Es preferente hacerlo en otro lugar, pero eso cuesta más plata y esa es finalmente la discusión”, indicó el experto.

Santiago 20 de marzo de 2018 Transeœntes caminan por el Parque Forestal, a un d’a del comienzo del oto–o. Ramon Monroy/Aton Chile

La discusión se ha centrado, principalmente, en la construcción de estos piques en el corazón del Parque Forestal, ya que al ser un terreno público, el Estado de Chile no debe invertir recursos fiscales para la obtención de esos terrenos, lo que sería diferente si tuvieran que expropiar espacios privados para emplazar la futura construcción de la Línea 7. No obstante, esa determinación ha provocado la reacción de la Municipalidad de Santiago, que exige que dichos piques no sean construidos en ese lugar.

“Lo que pide el Municipio de Santiago no es nada nuevo. No es un invento de la alcaldesa Irací Hassler. Ella está diciendo exactamente lo mismo que antes venía diciendo el alcalde Alessandri, no hay ninguna diferencia. Lo único que están pidiendo es que se hagan las evaluaciones de impacto ambiental  que corresponden y que se haga el mejor proyecto posible con el mejor perjuicio posible”, afirma Gray, mientras que Quijada sostiene que “no es una decisión técnica si yo hago el Metro un poco más corto o largo, si preservo o no el parque, porque esa es la plata que hay disponible. Lo único que yo diría es que hay que ser muy transparente en la decisión, porque hay que ser bien explícito en lo que se está sacrificando o lo que se está priorizando con las decisiones de las platas”.

Por una participación activa de las comunidades

En ese contexto, para la académica del Departamento de Urbanismo de la Universidad de Chile, Paola Velásquez, la discusión de estos últimos días muestra que los procesos para tomar estas decisiones de intervención de espacios no son los correctos ya que, en la primera propuesta para la red del Metro de Santiago diseñada por el arquitecto Juan Parrochia en el año 1968, si bien existía el trazado de la Línea 7, ésta no pasaba por el Parque Forestal.

“Entonces, se podría haber estado discutiendo desde mucho antes, porque lo que está ocurriendo ahora no es una propuesta nueva, y los procesos deberían transparentes integrando de manera vinculante a la comunidad, así como a todos los sectores que tienen injerencia en este tipo de espacios para la ciudad”, afirma Velásquez, mientras que Sebastián Gray agrega que en esta situación “hay mucha confusión y oportunismo político, porque están tratando de atacar a la alcaldesa y es muy injusto, porque los alcaldes de Santiago han sido de una sola línea y hacen lo que tienen que hacer, que es defender la integridad del territorio. Esa no es una cuestión que haya inventado la alcaldesa Hassler. Ella está ocupando exactamente los mismos argumentos que ya había declarado antes Felipe Alessandri, y eso que son de signos políticos totalmente distintos”.

En esa línea para Quijada, el sentido político que se está dando a esta discusión carece de fundamento, ya que los argumentos entregados por las últimas dos alcaldías de la comuna tienen en común la protección del espacio público y los parques de Santiago.

“En el fondo, los dos están alegando por lo mismo, que ‘no sacrifiquen el parque para hacer el metro, porque queremos el metro, pero no sacrifique el parque para construirlo’. Eso fue un argumento reiterado de Alessandri, porque hay toda una evaluación ambiental y el argumento es reiterado, no es un saludo a la bandera, y lo continúa exactamente igual la actual alcaldesa”, asegura.

Esa protección no se trata sólo de una decisión desde la movilidad y el transporte urbano ya que, a juicio de Velásquez, es fundamental que antes de cualquier tipo de intervención debe aclararse cuáles son las funciones y el rol de los espacios que son parte de la estructura urbana del Río Mapocho y su ribera, para definir su importancia para la ciudad de Santiago y, a partir de ahí en conjunto con la comunidad, determinar los proyectos que lo involucren.

Debe haber un proceso de participación y de trabajo con las comunidades desde el inicio y no una información ya decisiones tomadas. Ese es un tema en general de complejidad que tienen los procesos de participación, que si bien la ley en Chile obliga a que haya una participación, no determina ni las metodologías ni los vínculos ni obliga a que haya un vínculo en esa participación. Por lo tanto, cada proyecto decide cómo hacer el proceso de participación de manera independiente. Entonces, hasta ahora, es mayormente informativa y eso desvincula totalmente a las comunidades que pueden ser afectadas por los proyectos”, sostiene la académica.

Sin embargo, los expertos coinciden que esta discusión ha permitido valorar el espacio del Parque Forestal que si bien, no está en la categoría de monumento con algún tipo de protección, ya es “un espacio patrimonial para la ciudad de Santiago”, porque el diseño del parque fue la primera intervención que se hizo en el borde de Río Mapocho, y éso determinó como se iba a relacionar la ciudad con este elemento del medio ambiente.

“No es sólo de un valor estético, sino que el funcionamiento en términos medios ambientales y ecosistémicos son importantes. Tenemos que apuntar a un cambio, no seguir viendo la vegetación en los espacios verdes como un valor simplemente estético, sino que tienen una función ecológica, sobre todo en este parque que, al acompañar al curso del agua, tiene una función específica”, afirma Velásquez.

Además, para la académica de la FAU, la falta de una lógica integral que permita unificar todos los parques de la ciudad en función al elemento estructurante del río, refleja una manera equivocada a la hora de tomar este tipo de decisiones.

Debería haber una propuesta que unifique todos estos parques según las funcionalidades que debería tener este espacio para la ciudad. Por ejemplo, como corredor ecológico, como la relación de la ciudad con su río, como generar un espacio público, colaborar en la renaturalización de este bien ambiental que es el río después de que se ha intervenido de manera parcializada o con diferentes intenciones u objetivos a lo largo de la historia, sin mirarlo de manera integrar. Yo creo que eso es fundamental”, sostiene.

Para estos expertos, la polémica generada entre el Municipio de Santiago y el Metro refleja la necesidad de cambios en la manera de abordar este tipo de proyectos, ya que “desde el inicio y durante todo el proceso deben participar no sólo las comunidades, sino que los distintos actores que pueden tener una opinión o algo interesante o importante que decir al respecto. Tiene que haber un proceso transparente con una integración sectorial”, asegura Velásquez, mientras que Gray explica lo que sucede hoy se relaciona con los recursos monetarios disponibles, “por eso es tan importante que el Municipio y los vecinos se organicen y presionen lo más que puedan para lograr las mejores condiciones posibles. Que las cosas no se hagan al mínimo, sino que se hagan al óptimo”.

Mientras que Rodrigo Quijada sostiene que aún existe alguna posibilidad de cambio del plan inicial de la Línea 7 del Metro de Santiago ya que aún existen opciones, y una de ellas es la posibilidad de otras acciones legales por parte del Municipio.

“Otra es que el Gobierno que venga, el que sea, decida que sacrificar el parque para construir era una mala decisión y, por lo tanto, va a poner la plata para que eso no ocurra. Esas alternativas existen, pero también está la posibilidad de que no se gaste más plata y se sacrifica el parque. Como Santiago, hoy estamos en la pelea en este debate con buenos argumentos para todos los lados. Es una buena discusión”, concluye.

Fotografía: Consejo de Monumentos Nacionales

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