El uso de la bicicleta en el año 2012 marcaba un tímido 4%, ello según la Encuesta Origen-Destino (EOD) de ese año. Sin embargo, la más reciente medición de movilidad de 2024, realizada por el Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS) -instancia de la que forma parte el académico Rodrigo Mora- la bicicleta representa el 7.8% del total de viajes.
“Esto no es poco, Santiago de Chile se sitúa en uno de los primeros lugares a nivel latinoamericano. Cabe destacar que Londres, que es una ciudad reconocida a nivel mundial por una transformación rápida a favor de la bicicleta, tenía en 2022 un 4.5% de los viajes en bicicleta. En la región central de París, otra ciudad que ha sido muy agresiva en la promoción de la bicicleta, cerca de un 11% de los viajes se realizan en bicicleta hoy”, contextualiza el profesor Mora.
Para el experto en movilidad activa, en Chile el auge de la bicicleta responde a varias causas y está fuertemente influenciado por las realidades de cada región. En las regiones del centro sur, la bicicleta está integrada al modo de vida tradicional, muy ligada al campo, mientras que en las grandes ciudades, como Santiago y Concepción, responde a temas culturales, refleja en parte una preocupación por el medio ambiente y por razones de conveniencia, ya que es el modo de transporte más económico y más rápìdo en distancias cortas, especialmente para enfrentar la creciente congestión vehicular de las comunas más céntricas.
Sobre la heterogeneidad de uso por región, el investigador puntualiza que “en las ciudades del norte: Arica, Iquique, Antofagasta, La Serena, el uso de la bicicleta no supera el 2%. En tanto, en varias ciudades del centro sur el uso de la bicicleta llega al 11% o 12% de los viajes. Son ciudades como Talca, Linares, Parral, Chillán o San. Fernardo, donde la bicicleta ha estado ligada históricamente a la forma de habitar, muy ligada al campo. Esto es paradójico pues las ciudades nortinas tienen mejor clima para el uso de la bicicleta, por lo que su bajo porcentaje puede estar afectado por temas culturales”, explica Rodrigo Mora.
Ciclovías
Respecto de la construcción de infraestructura, básicamente ciclovías, explica el urbanista se ha avanzado principalmente en comunas acomodadas y centrales, como Santiago, Providencia o Ñuñoa y, en menor medida, en Las Condes. Además, hay muchas disparidades en el tipo y estándar de las ciclovías por comuna.
En el año 2024 el Gobierno Regional de la Región Metropolitana anunció un plan de ciclovías muy ambicioso, buscando triplicar el número de éstas en la capital a través de la construcción de 820 km de vías para ciclistas, “en el resto de las regiones del país, la construcción de ciclovías está siendo impulsada por cada alcalde o alcaldesa y por el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones, cartera que creó una unidad de movilidad activa al inicio de este gobierno. En tanto, el compromiso a nivel de Gobiernos Regionales es muy dispar y en general el mejor plan en esta área es el que tiene el Gore RM”.
Según cifras entregadas por el Ministerio de Transporte y Telecomunicaciones, la oferta actual de ciclovías a nivel nacional es de 1.225 km y se están planificando otras 1.661 km totalizando 2.886 km que representan un aumento del 136% en las 70 comunas priorizadas en las 16 capitales regionales. A nivel nacional, la oferta de ciclovías existentes es de 9,4 km cada 100.000 habitantes. Si se realizaran las obras planificadas, la cobertura aumentaría a 22,1 km cada 100.000 habitantes.
Desafíos: dar inicio a una segunda etapa
Finalmente, en cuanto a los desafíos, Rodrigo Mora enfatiza que lo más relevante es fomentar la bicicleta y otras formas de movilidad activa como la caminata. “Esto no sólo es muy beneficioso para las personas, al ayudarles a mejorar el estado físico, sino además disminuye la contaminación y hace que los barrios sean más vivos. Incluso para los mismos automovilistas, pues descarta muchos viajes que de otra forma se harían en auto”.
"Debemos empezar gradualmente a pasar a una segunda etapa en la que no sólo construyamos ciclovías, sino también generar un entorno en que el uso de la bicicleta sea conveniente y cómodo. Por ejemplo, deberíamos tener algún tipo de subsidio para la compra de bicicletas eléctricas para quienes no puedan acceder a ellas. Además, contar con espacios seguros para estacionar las bicicletas en nuestros trabajos y lugares de estudio. Asimismo, debiéramos tener estacionamientos seguros y gratuitos en estaciones de metro, trenes y buses interurbanos, complementando así la conexión de viajes en bicicleta con viajes en el transporte público", concluyó el académico.