Doris González, es egresada del Programa de Magíster Hábitat Residencial, quien en representación del proyecto habitacional Barrio Maestranza Ukamau recibió, junto al arquitecto Cristian Castillo (PUC), el Premio Aporte Urbano en “Mejor Proyecto Integración Social 2021”, ceremonia que fue realizada de manera presencial a fines de noviembre 2021.
El Concurso Premio Aporte Urbano (PAU) “no es un concurso de Arquitectura como otros. Su llamado es a fomentar y visibilizar la responsabilidad que tienen los sectores público y privado en la construcción de ciudades vibrantes, integradas, justas y habitables, con condiciones que atraigan a las personas y fomenten su permanencia”, señala Cristóbal Prado, director de este galardón.
PAU es organizado por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, la Cámara Chilena de la Construcción, la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios, el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, el Colegio de Arquitectos de Chile y la Asociación de Oficinas de Arquitectos de Chile.
El proyecto Barrio Maestranza Ukamau
La integración social es uno de los 5 ámbitos prioritarios de la Política Nacional de Desarrollo Urbano (PNDU), por lo que esta categoría de los Premios PAU busca destacar aquellos proyectos que no sólo contribuyen a disminuir el déficit de viviendas, ya sea cuantitativo o cualitativo, sino que también busca distinguir proyectos bien localizados y conectados, que colaboren a la disminución de la segregación urbana, entregando condiciones básicas de calidad de vida a todos sus habitantes y que fomente la cohesión social tanto al interior del proyecto como con su entorno.
El proyecto Barrio Maestranza Ukamau fue llevado a cabo por un grupo de familias, agrupados en la organización Ukamau, antiguos habitantes de la comuna, que durante décadas vivieron en condiciones de hacinamiento mayoritariamente como allegados. Hace más de 10 años, estas familias se organizaron en un Comité de Vivienda con el objetivo de encontrar un terreno donde pudieran instalar sus hogares. Se adquirió así el terreno y comenzó el desarrollo del diseño propuesto por el equipo técnico y aprobado por las familias. Después de un proceso de cerca de 10 años, en noviembre de 2020, se inauguró la obra de Maestranza en presencia de la comunidad y las autoridades del Estado.
El proyecto fue liderado por Pamela González y Emilio Becerra, arquitectos de la Universidad Arcis, quienes mientras estaban desarrollando un proyecto para el curso de Arquitectura de Viviendas Sociales dictado por el arquitecto Fernando Castillo Velasco, conocieron la organización Ukamau y comenzaron a idear el proyecto “Barrio Maestranza”.
A la hora de ser evaluados por el Premio Nacional de Arquitectura, Castillo Velasco les dijo: “Esto es lo que estaba buscando, no basta con el proyecto, hay que realizarlo”. Desde ese momento, Castillo Velasco y su hijo Cristian, en conjunto con sus estudiantes de arquitectura, se embarcaron en un nuevo proyecto de viviendas sociales de calidad. Uno de los últimos proyectos realizados en su vida, el arquitecto falleció en 2013.
“Desde un inicio el proyecto tuvo en su centro la participación de aquellas y aquellos que vivirían en el lugar, las decisiones se tomaron colectivamente. Los y las arquitectas estuvieron durante años con las familias, incluso niñas y niños, diseñando el barrio, el aprovechamiento del espacio, también se desarrolló el tema social, como lo fue un protocolo de relación de las y los que iban a vivir en el barrio. Fue muy fructífero y mi rol fue conducir este proyecto, sin la organización de Ukamau no hubiera sido posible construir el Barrio Maestranza”, señaló la experta en Hábitat Residencial y dirigente de Ukamau, Doris González.
El proyecto arquitectónico Maestranza es un proyecto de vivienda social ubicado en el corazón de la ciudad de Santiago, en la comuna de Estación Central, en antiguos terrenos de la Empresa de Ferrocarriles del Estado.
“El proyecto cambia el esquema de la política pública que tiene cierto nivel de verticalidad y se despeja la figura del intermediario como lo es ‘la entidad patrocinante’, produciéndose un diálogo directo con el Estado. Por otro lado, demuestra que se puede construir en el centro de la ciudad y con calidad. Asimismo, el diseño del barrio permite la vida comunitaria, el encuentro, permitiendo el fortalecimiento de una comunidad más participativa, afiatada y vinculada y eso -sin ninguna duda- permite resolver las diversas situaciones que se pueden dar en un barrio. El protagonismo de sus habitantes es una variable muy importante que logramos instalar como factor clave para la política pública”, puntualizó Doris González.
El proyecto tiene una densidad de 700 ha/ha y está diseñado como un Condominio Tipo A compuesto de 424 departamentos de 62 m2.
Son edificios de hormigón armado que mantienen paramentos de ladrillo y un techo a dos aguas con una cubierta de color rojo teja, como elementos constitutivos de las viejas casas que habitaron sus padres y sus abuelos.
Bajo el principio de que lo fundamental era la construcción de comunidad, se generan los espacios interiores de uso común, la plaza cívica y las circulaciones horizontales, dejando fuera del circuito peatonal las calles y los estacionamientos de vehículos, de manera de fortalecer el desarrollo de la vida comunitaria sin la contaminación de agentes externos. Los edificios cuentan con 5 pisos que privilegian la circulación horizontal (que entrelaza todo el conjunto) sobre la vertical buscando la relación permanente de los vecinos en los recorridos a sus viviendas.
En esa línea, Doris González destaca que el diseño del barrio permite “altos niveles de seguridad para niños, niñas y mujeres ya que el barrio sólo tiene circulación peatonal. Al interior del barrio se produce un espacio de cuidado colectivo de la niñez y para las mujeres, que es un elemento muy importante para la ciudadanía”.