Investigaciones

Líneas de Investigación 

Línea 1. Riesgos, vulnerabilidades socio-naturales y sustentabilidad territorial

La noción de riesgo socio–natural reconoce la complejidad que exige el manejo y gestión para la reducción del riesgo de desastres. De esta forma, conceptos tales como vulnerabilidad o resiliencia territorial se hacen más complejos en la medida que, para su adecuada comprensión, incorporan conceptos de las ciencias naturales en articulación con las ciencias sociales. Así, resulta indispensable desarrollar formas de explicar los fenómenos naturales que afectan a los distintos modos de habitar el territorio y, al mismo tiempo, avanzar en torno a la manera en que se entienden, representan y gestionan dichos procesos. Generar bases científicas para la construcción de territorios resilientes y sustentables es uno de los desafíos del Programa, en tanto, se reconoce en esta línea la necesidad de articular espacio-comunidad y desastres, a objeto de colaborar en la definición de políticas públicas que ayuden a la reducción de los riesgos.

Lo anterior, requiere investigaciones básicas y aplicadas que se sustenten en sólidas bases científicas del estudio de los procesos físico–naturales del territorio, junto con conceptos provenientes desde las ciencias de la tierra, la atmósfera, las ciencias ecológicas, las ciencias sociales y de la gestión pública, así como otras nociones que permitan aproximarse a la complejidad que este campo implica. Esta línea abarca el estudio de los procesos geomorfológicos, climatológicos, hidrológicos, ecológicos, sus relaciones con la sociedad y la cultura, y las respuestas adaptativas y de resiliencia al cambio global y a las transformaciones regionales y locales. Su eje central está en la comprensión de las amenazas naturales y los niveles de vulnerabilidad social de los territorios en su amplio sentido, entregando, a su vez, una dimensión humana y social de los efectos derivados de desastres y eventos naturales

Línea 2. Dinámicas territoriales, equidad y desigualdades socio-espaciales

El territorio es dinámico y sus permanentes transformaciones naturales, ambientales y socio-culturales, han sido desde siempre el interés principal de las disciplinas practicadas en la Facultad. No obstante, el desafío actual al estudiar estas transformaciones es desarrollar perspectivas interdisciplinarias tanto en la comprensión y explicación de los fenómenos territoriales como en las propuestas conducentes a la sustentabilidad de sus desarrollos.

La configuración multidimensional de los territorios es producto tanto de los procesos naturales y sus formas de utilización en tanto recursos, como de procesos económicos, sociales, políticos y culturales, históricamente construidos, que han llevado a una desigual ocupación del espacio. El acceso a las oportunidades que ofrece el territorio, tales como recursos y servicios ambientales, empleo, oferta cultural, espacios públicos, servicios de salud y educación, medio ambiente limpio y libre de contaminación, entre otros, se encuentra inequitativamente accesible a los habitantes. Esta línea se focaliza en develar las condiciones institucionales, políticas y económicas, así como las posibilidades de agencia de los habitantes que interactúan en la configuración del territorio. En este sentido, se reconoce el rol significativo que juegan las redes sociales para los habitantes y sus comunidades en las formas de habitar los territorios y enfrentar las desigualdades socio–espaciales.

Las investigaciones que se vinculan a esta línea se relacionan con las contenidas en la tabla 4, y se focalizan en temas tales como: segregación urbana y residencial, exclusión social urbana, gentrificación, migración latinoamericana, movilidad residencial y cotidiana, prácticas espaciales, espacialización de la desigualdad, impacto de las políticas públicas vinculadas a la vivienda y el hábitat residencial.

Línea 3. Modos y experiencia de habitar el territorio

El proceso de habitar el territorio se conforma de manera compleja, a través del tiempo y el espacio, en diferentes escalas y teniendo como centro al habitante como productor de hábitat y agente que lugariza a través de sus prácticas materiales, simbólicas y sobrenaturales. Por su parte, la noción de experiencia incorpora la dimensión de la vida cotidiana en el modo de entender la producción de territorio. La experiencia de habitar da cuenta de la imposibilidad de separar el tiempo del espacio y, asimismo, de la necesidad de observar las interacciones entre cuerpo, materialidad, alteridad y lo no humano en la construcción de lugares. Este proceso de habitar, que es posible conceptualizar como una serie de estrategias que se despliegan para la significación del territorio, puede ser develado e indagado mediante la observación, registro y comprensión de experiencias individuales y colectivas. Comprender la experiencia de habitar deviene en un importante recurso para desarrollar estrategias de intervención en el territorio.

Esta forma de mirar el territorio se ha tornado fundamental debido a la desvinculación que, por lo general, existe entre la forma en que las personas habitan y experiencian su territorio y las respuestas e intervenciones urbanas que se entregan de manera institucional. Conocer la experiencia de habitar se ha vuelto un desafío tanto práctico como teórico y metodológico indispensable de profundizar. Las investigaciones que se vinculan a esta temática dicen relación con los modos de habitar, los imaginarios territoriales, las emociones y afectos vinculados al territorio, trayectorias del habitar, el encorporamiento de las prácticas de habitar y la experiencia cotidiana de movilidad, entre otros.

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