Incalculables pérdidas patrimoniales dejó el incendio que se registró el jueves pasado en un edificio en Santiago Centro. Una de ellas fue la obra "Terremoto" de Nemesio Antúnez que estaba emplazada en el vestíbulo del otrora cine Nilo. Sin embargo, el mural terminó en total abandono en una bodega del centro de Santiago, donde desapareció por completo por el calor de las llamas, según lo confirmado por los expertos del Centro Nacional de Conservación y Restauración (CNCR).
Para el Director del Instituto de Historia y Patrimonio de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Prof. Rodrigo Vera, el mural, además de tener la declaratoria de monumento histórico que ya le entrega un valor patrimonial que está oficializado, tiene una historia detrás que quizás es poco conocida. En el año 1963 se editó el libro Arte en la arquitectura latinoamericana, de Paul Damas, un investigador estadounidense que recorrió América Latina registrando fotografías de obras que estaban integradas en la arquitectura moderna de la época y la cubierta de este libro, que fue en su minuto una suerte de biblia de la relación entre el arte y la arquitectura, era el mural Terremoto de Nemesio Antúnez y adentro del libro se hace alusión, con una fotografía a todo color, al mural. Estamos hablando de los años '60, en que se podría haber elegido perfectamente como portada de este libro un mural mexicano, un mural brasileño o cualquier otra obra, se optó por el mural de Nemesio Antúnez".
El profesor Vera explicó además que el libro circuló ampliamente y fue una referencia obligada para el estudio de la relación entre el arte y la arquitectura y, evidentemente, el mural de Nemesio Antúnez se hizo famoso en América Latina. "Son muchas las historias que guarda este mural, como esa. Antúnez lo hizo una vez regresando de Estados Unidos, habiéndose vinculado también con el muralismo mexicano. Poco después, él va a pintar otro mural en el Club México, junto con Tomás Parra, un muralista mexicano también y otro mural de María Martner, que está en el mismo edificio".
Finalmente, puntualizó que "la trayectoria de grabador y de pintor de Nemesio Antúnez se suma a esta otra faceta, poco conocida quizás, como muralista. Y por eso es una pérdida considerable el hecho de que este mural se haya destruido".
Antúnez realizó el mural en 1958 tras ganar un concurso público cuando el espacio estaba proyectado como un cine de lujo. Luego, en 2011, fue declarado Monumento Histórico, al igual que sus obras "Quinchimalí" (1958), Sol (1961) y Luna (1961).
Otras de las obras dañadas en el incendio es el Edificio Plaza de Armas, que tal como lo señala el arquitecto Max Aguirre, académico de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la U. de Chile, que dicta el curso de Teoría e Historia de la arquitectura del siglo XX, el inmueble ubicado en la esquina norponiente del cruce de las calles 21 de Mayo y Monjitas, es un ejemplo característico de la arquitectura moderna, “por su volumen de líneas puras, la estructura de hormigón armado y representar el tipo arquitectónico de placa comercial y torre de viviendas”.
El experto, junto con lamentar el daño que causó el incendio a esta obra de la modernidad, señala que lo acontecido “nos hace pensar en la importancia del control estricto y frecuente del cumplimiento de las normas y de las ordenanzas que permitan oportunamente descubrir faltas para evitar tragedias como ésta que son un duro golpe para residentes, locatarios y al patrimonio”.
El arquitecto agrega que “este edificio se construyó entre los años 1952 y 1955 por los arquitectos Emilio Duhart y Sergio Larraín García Moreno, con la participación de Juan Larraín, Osvaldo Larraín y Jaime Sanfuentes. El edificio altera la línea de alturas de la edificación del casco histórico de entonces con las características de una arquitectura que estaba iniciándose en el país"
Por su parte, el académico Alberto Texidó, quien es arquitecto y bombero voluntario desde el año 2000 agrega que “los edificios de valor patrimonial se enfrentan a la necesidad de actualización normativa, especialmente en su seguridad y habitabilidad, lo cual implica fiscalización y una mirada especializada, siempre enfrentada a su calidad técnica y co-financiamiento”.
“Los tiempos de evacuación, sistemas activos y pasivos de seguridad, la accesibilidad de bomberos son parte de la norma pero con bajísimo cumplimiento en el tiempo, lo que ha quedado en evidencia y obliga seguir avanzando en una nueva ley de patrimonio, bien financiada y que fortalece equipos técnicos y recursos”, sostuvo Texidó.