Juan Pablo Sarmiento viajó a Chile exclusivamente para poder participar del terreno del Magíster en Gestión Territorial del Riesgo de Desastres de la U. de Chile. Un programa que se realiza en un 90% online, por lo que esta práctica fue clave para aplicar lo aprendido y para reunir presencialmente a los académicos y estudiantes que provienen de Costa Rica, República Dominicana, Colombia y de diferentes regiones de Chile. Los estudiantes son profesionales que trabajan en la temática, lo que permitió la constitución de un grupo de especialistas que potenciaron fuertemente los resultados del trabajo in situ.
El terreno se realizó en la Región de Atacama, al norte del país, a más de 800 kms de la capital, en las ciudades y localidades de Copiapó, Caldera y Carrizal Bajo. El trabajo duró cuatro días y los 11 estudiantes del magíster junto con las académicas Carmen Paz Castro, María Victoria Soto, Yasna Contreras, Joselyn Arriagada y el profesor Juan Pablo Sarmiento, fueron acompañados por la Seremi del Ministerio de Vivienda, Rocío Díaz , su equipo y la asesora urbana de la Municipalidad de Caldera.
Para el Dr. Sarmiento, el enfoque es clave en el área de reducción de riesgos de desastres, como profesor y Director de Investigación en el Instituto de Eventos Extremos de Florida International University, Estados Unidos y Director del Programa de Resiliencia en las Américas, hace especial énfasis en lo que los expertos denominan el proceso de construcción del riesgo, es decir en cómo se va constituyendo un territorio de riesgo y no -como en general se hace- en la preparación ante un desastre, que se centra más bien en la respuesta inmediata. “Si bien es importante cómo respondemos ante las catástrofes, es muy relevante prevenir y reducir los riesgos e impactos de éstas”.
Con esta perspectiva, parte importante de la práctica realizada por los estudiantes en Atacama fue diagnosticar y evaluar las fuentes de amenaza tales como las zonas de deslizamiento, de erosión, zonas expuestas a tsunamis y/o sismos. Del mismo modo, estudiaron el componente humano, social, la infraestructura, es decir, “el ambiente que está expuesto a esas amenazas y comprender las características de estos sistemas expuestos. Las relaciones de las personas con el ambiente, el tipo de construcción que tienen, el tejido social, se busca una mirada integral del territorio”, explicó Sarmiento.
El académico destacó que Chile tiene como ventajal contar con una institucionalidad que aborda los riesgos de desastres. “Hay conciencia no sólo sobre los factores de riesgos que están presentes y que son identificables, sino además existe una decisión gubernamental de intervenir en problemas mucho más profundos que ahondan los riesgos, tales como la pobreza, los servicios a la comunidad, la desigualdad, entre otros. Si bien aún hay dificultades de coordinación entre instituciones, se ha avanzado enormemente y se ve una posibilidad de manejo. Junto con ello, esta institucionalidad cuenta con una serie de herramientas que no es tan común ver; por ejemplo, hay planes comunales de ordenamiento territorial, los hay intercomunales, regionales, cuentan con una serie de instrumentos que permiten plantear una solución a una problemática y un ideal en términos de desarrollo y caminos de cómo llegar a éste. Hay dificultades de cómo articular estos instrumentos pero es un gran logro que existan, ya que permite ver claramente los avances y los desafíos”.
Respecto de los desafíos del país, indica que el caso de Chile no es diferente al de los países que han logrado un nivel de desarrollo económico importante, “que le permite orientar su mirada hacia esas pequeñas zonas donde aún hay construcción de riesgos, el avance en el desarrollo permite poner el lente en áreas que se han quedado rezagadas por temas específicos, como los procesos mineros con producción de residuos u otros procesos sociales más recientes, como los temas migratorios, que favorecen los asentamientos. Estos fenómenos hacen que esta institucionalidad deba enfrentarse a tendencias mundiales difíciles de contener. La velocidad con la que construimos el riesgo es mucho mayor a cómo lo prevenimos y combatimos. El riesgo va creciendo a una tasa mucho más alta de cómo lo manejamos y cómo lo gestionamos”.
Finalmente, y dando respuesta al desafío de avanzar con mayor celeridad, señala que, por ello, la maestría se desarrolla a través de dos líneas: una que busca identificar oportunidades de desarrollo futuro, es decir cómo integrar el tema de la reducción de riesgos en territorios que están planificando nuevos servicios, que están viendo nuevas oportunidades como por ejemplo de negocio o de crecimiento. Y una segunda línea es la que busca una gestión correctiva, plantear soluciones respecto de qué se va hacer con un asentamiento, con las casas que ya se encuentran en riesgo, etc. “Aquí hay retos enormes, porque son grandes inversiones que obligan a una definición de prioridades como la relocalización o inversión de nueva infraestructura urbana o ambas”.