Hasta la fecha los territorios que han sido identificados por la sociedad civil como zonas de sacrificio son: Tocopilla y Mejillones en la Región de Antofagasta; Huasco en la región de Atacama; Quintero-Puchuncaví en la región de Valparaíso, y Coronel en la región del Bío Bío, todas ellos en una condición ambiental producto de una alta concentración industrial y de plantas termoeléctricas.
A estas zonas de sacrificio, señalan las y los expertos, se suman los territorios devastados por diversas actividades económicas que extraen o desechan, como es el caso de los basurales de ropa usada en el desierto de Atacama que afecta a comunidades o la escasez hídrica en 104 comunas del país según lo indica el propio Ministerio de Obras Públicas.
Hugo Romero Aravena, Premio Nacional de Geografía 2013 y Premio Milton Santos 2019, académico del Departamento de Geografía de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la U. de Chile (FAU), plantea un marco general y principios básicos para abordar esta problemática. “Todo el país es una zona de sacrificio, ese es el problema. Nos acostumbramos a extraer recursos para beneficio de unos pocos ricos del país y especialmente para los países a quienes exportamos nuestros productos. En este sentido, el principal desafío es que no existan más las zonas de sacrificio y que sean sustituidas por zonas de beneficios, por zonas de desarrollo, porque en realidad ningún país puede establecer zonas de sacrificio, donde parte de su sociedad sea sacrificada”.
Asimismo, enfatiza el punto el académico Pablo Sarricolea, Máster en Planificación Territorial, Gestión Ambiental y en Climatología Aplicada, “las zonas de sacrificio son inaceptables desde cualquier punto de vista ético, la sociedad tiene una relación indisoluble con la naturaleza por lo tanto generar zonas de sacrificio no es aceptable dado que daña la naturaleza, genera serios conflictos sociales y afecta la salud de muchas personas”
En relación a las causas, coinciden las y los investigadores que las zonas de sacrificio son producto de una matriz económica que ha favorecido la extracción de recursos naturales. De hecho, lo que tienen en común estos territorios es que son comunidades pequeñas y/o pobres, con escasas fuentes laborales, muy poca representatividad política, poco acceso a medios de comunicación y donde se concentran actividades industriales con una enorme generación de contaminación.
En esa línea, la académica y geógrafa especialista en Biogeografía, biodiversidad y estudios ambientales y ecológicos con énfasis espacial, Daniela Manuschevich Vizcarra, señala que “estas zonas existen porque tenemos un modelo económico y una forma de crecimiento que necesita que estas zonas existan. Se requiere de una transformación profunda del modelo de desarrollo, de la matriz productiva, de la forma cómo nos desarrollamos, lo que producimos y una relación con el medioambiente muy distinta. Debemos dejar de pensar que existen lugares donde se puede desechar todo y plantearnos como sociedad cómo vamos convivir de una manera menos desigual con el medioambiente, un modelo que no necesite estas zonas de sacrificio para poder existir”.
En este punto profundiza el Prof. Hugo Romero, quien plantea algunas luces sobre un nuevo modelo productivo. “Debe haber un cambio en la matriz de desarrollo, hay que priorizar por la generación de valor agregado de nuestra producción, los sitios mineros tienen que servir de modelo de desarrollo local, que los beneficios sean reinvertidos en los lugares, lo mismo sucede con las empresas forestales, las pesqueras, o cualquier empresa extractivista, tienen que compensar adecuadamente los daños que causen y por supuesto que ojalá no los causare”.
El geógrafo destaca además que no sólo se trata de economía, sino de una visión sobre nuestra propia existencia. “Hemos desconocido el conocimiento no académico, la gente más humilde sabe cómo construir felicidad, bienestar, sin ser ricos. Me parece que debemos diversificar nuestra visión de desarrollo que no sea lineal ni acumulativa solamente de bienes materiales, hay que reconocer otros principios fundamentales y diversificar nuestra matriz de bienestar”.
El nuevo gobierno electo
En relación a los cambios que debería generar en este ámbito el nuevo gobierno electo, las y los especialistas indican que los cambios son de largo plazo, pero que se puede avanzar sustantivamente en algunos aspectos, desde los diversos actores de la sociedad.
Daniela Manuschevich destaca el rol que le compete al Estado y las élites. “Se deben empezar a asentar las bases institucionales, como política de Estado, que vayan impidiendo que existan estas zonas, que el modelo económico chileno no necesite de estas zonas. Esto no es solamente una tarea del gobierno, sino de la sociedad completa. Implica también que los sectores económicos que se han beneficiado de este modelo productivo y hoy tienen una cierta ganancia producto de este modelo, piensen en Chile, en el bienestar colectivo y en el futuro, pensando en el cambio climático, en la pérdida de biodiversidad, la sequía, los incendios, etc. y que esas personas entiendan que esas transformaciones son necesarias para el bienestar colectivo y para el desarrollo del país. En ese sentido no es sólo una tarea del gobierno entrante sino es una tarea colectiva, es una tarea social”.
“Es imprescindible que los propios habitantes locales de cada uno de estos territorios reconozcan primero esta situación desventajosa que no les corresponde y que la sociedad se haga cargo de los subsidios e inversiones necesarios para que se pueda resolver. La única manera de resolver esto y como se ha expresado en la expectativa del cambio político, es que los territorios sean autónomos, puedan conseguir sus grados de desarrollo, comprometiendo a sus actores sociales pero principalmente que dispongan de los recursos y de la sensibilidad del aparato central. Hay que producir un gran proceso de descentralización de territorialización e identificar de manera prioritaria aquellas zonas que requieren soluciones más urgentes e inmediatas”,agregó Hugo Romero
Finalmente, respecto de la factibilidad que el nuevo gobierno electo logré tamaño desafío, Romero sostuvo que “este gobierno debe intentarlo, por lo menos tiene que estar comprometido en este desafío, nadie piensa que va a resolver todos los temas en tan poco tiempo pero es importante que aparezca con nitidez un mensaje ético moral frente a todas estas situaciones. Asimismo, es conveniente tener un acción proactiva e identificar claramente quienes son los responsables, el Estado es uno de los responsables, también son responsables las empresas y las comunidades, que tienen que hacer valer sus derechos territoriales. Si somos capaces de construir esta una nueva Geografía, esta geografía posible, yo creo que podemos avanzar muchísimo. En ese sentido, la Universidad de Chile debemos tener una opinión muy congruente para participar en esta co-construcción y contribuir en comprender, sistematizar y aplicar el conocimiento que tiene nuestra sociedad toda”.