"Los territorios de vida de las comunidades indígenas que ocupan la totalidad del país han sido convertidos irresponsablemente en zonas de sacrificio y sufrimiento"

"Los territorios de vida de las comunidades indígenas..."

Los luctuosos sucesos ocurridos en el territorio mapuche a raíz del asesinato por parte de funcionarios de Carabineros de Chile del líder indígena Camilo Catrillanca de la Comunidad de Temucuicui, implican una afrenta moral para el ejercicio de la democracia en el país y una nefasta culminación de un proceso de construcción de territorios de sacrificio, que debe generar declaraciones de rechazo y repudio de parte de la sociedad chilena en general y en particular de los académicos agrupados en la Sociedad Chilena de Ciencias Geográficas, cuya obligación es contribuir a conocer y educar sobre la existencia de una geografía nacional justa, equitativa, diversa y de adecuado comportamiento ético y moral.

Los territorios socio-ambientales, tal como los construidos históricamente por las comunidades mapuches en el sur de Chile, constituyen expresiones espaciales y culturales que acogen modos de vida ancestrales, reflejados en conjuntos de prácticas económicas, conocimientos propios y significados simbólicos y espirituales que proporcionan niveles de diversidad cuyo respeto es fundamental en el desarrollo de toda sociedad democrática y en particular de la sociedad chilena, conformada por la simbiosis de diferentes etnias originarias y sus paisajes naturales de origen. No es aceptable que las comunidades nativas deban confrontar permanentemente el despojo de sus recursos naturales y culturales y como consecuencia de ello, la amenaza constante de pérdida de su sustento de vida o de expulsión de sus propias tierras, así como subsistir bajo una atmósfera de exclusión, pobreza y falta de respeto por sus sistemas endógenos de gobierno y de valores.

Los territorios de vida de las comunidades indígenas que ocupan la totalidad del país han sido convertidos irresponsablemente en zonas de sacrificio y sufrimiento, desconociendo sistemáticamente y a través del tiempo, la existencia de geografías previas y distintas, que exigen respeto por sus propios grados de libertad para desenvolver proyectos de desarrollo acorde a sus tradiciones, expectativas e indicadores. La falta de reconocimiento de la diversidad social, cultural y ética de las comunidades formadas por los pueblos originarios ha implicado un permanente intento por imponer en sus espacios de vida prácticas conducentes a su desterritorialización o pérdida de los lazos fundamentales que relacionan la sociedad con la naturaleza a través de la generación de medio ambientes distintos, diversos y complementarios. El desconocimiento y no respeto por formas de vida y por la existencia de bienes y servicios ambientales localizados en territorios comprendidos como propiedad común, explican la forzada migración de cientos de miles de compatriotas desde sus lugares ancestrales hacia ciudades y metrópolis, al mismo tiempo que sus recursos de biodiversidad, agua y tierras son puestos al servicio de intereses ajenos.

Los territorios de sacrificio se refieren justamente, en primer lugar, a aquellas zonas de sufrimiento en que se han convertido lugares que históricamente han ofrecido sitios de vida y consistencia social y cultural, como sucede con muchas comunidades mapuches, aymaras, quechuas y de otras etnias nacionales. El Estado y sus agentes, así como empresas nacionales y extranjeras, públicas y privadas, han permitido o ejecutado la expropiación, devastación y contaminación de sus sistemas de sustento de la vida, actuando con prepotencia, desprecio y exclusión. Para no seguir lamentando la irresponsable existencia de zonas de sacrificio, como la comunidad de Temucuicui, Quintero-Puchuncaví, Salar de Atacama, Tocopilla, Mejillones, Tiltil o Coronel y múltiples barrios y lugares urbanos y rurales a lo largo y ancho de Chile, parece ser necesario y urgente adoptar todas las medidas necesarias para sustituir esta geografía de violencia, desigualdad, injusticia y muerte por territorios de equidad, justicia, paz y respeto por la autonomía de los modos de vida y expectativas propias de desarrollo de sus habitantes.

Las investigaciones geográficas y muy especialmente, la educación de la sociedad chilena sobre el respeto por las diversas geografías de sus comunidades y lugares- cuyo fomento corresponde a la universidades e instituciones en que trabajan los socios de SOCHIGEO-, deben contribuir significativamente a la consecución de los compromisos culturales y políticos que aseguren el establecimiento de un clima dotado de los componentes éticos y morales que garanticen un comportamiento noble de la sociedad toda en las actuales circunstancias y muy especialmente de los encargados de la seguridad pública. Lo anterior se opone absolutamente a lo demostrado estos últimos días, que coloca a Chile en una lista ignominiosa de países que sin respetar los derechos humanos fundamentales, asesinan sin responsabilidad alguna a líderes sindicales, estudiantiles o indígenas, como se puede apreciar en el verdadero mapa de la vergüenza que representa a buena parte del mundo actual.

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