En una reunión ampliada con las autoridades de la Comuna de Dalcahue y la comunidad de la localidad de Tenaún, los representantes de dichas localidades expusieron las diversas acciones llevadas a cabo en el poblado, gracias a la gestión y labores realizadas en el marco del Programa Chiloé de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, permitiendo abrir nuevas instancias de colaboración y trabajo conjunto entre académicos, alumnos, municipalidad y comunidad.
Además, a la actividad asistieron Susana Vera, Directora del Departamento de Desarrollo Comunitario en representación del Alcalde de Dalcahue; Luis Iglesias, asesor en Apoyo Fomento y Medio Ambiente de la Municipalidad de Dalcahue; Renato Ulloa, Presidente de la ONG de Desarrollo Social de Tenaún y Director de la Escuela de la misma localidad; Héctor Llanquín Coñuecar, representante de los Pueblos Originarios; Rafael Montaña, representante del Sindicato de Pescadores Artesanales de Tenaún; y Rubén Leiva como vecino de Tenaún y Oficial en Retiro de la Armada de Chile, entre otros vecinos. Como anfitrión presidió Nicolás Bahamonde, vecino y promotor del patrimonio chilote, y actual Presidente de la Junta de Vecinos de Tenaún.
En conversación telefónica con el académico Patricio Basáez, el actual Alcalde de Dalcahue, Alfredo Hurtado Álvarez, se excusó lamentando el no haber podido asistir a la reunión debido a la firma de una trascendente asignación de recursos para la construcción del nuevo CESFAM, manifestando su interés y apoyo en relación a los nuevos desafíos a emprender en la localidad de Tenaún y en relación al Programa Chiloé de nuestra Facultad.
En vísperas de la inauguración de la nueva Plaza de Tenaún y la bendición de la Iglesia en su segunda etapa de intervención, la comunidad ha reconocido el gran aporte que la Universidad de Chile ha realizado a través del Programa Chiloé. Por una parte, con el registro y sistemática puesta en valor de la arquitectura religiosa de la tradición constructiva en madera, coronada con la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad de 16 de sus templos más representativos por parte de la UNESCO en el año 2000, entre los cuales destaca la Iglesia de Tenaún, para continuar con la elaboración y exitosa tramitación del Expediente para la Declaratoria de Zona Típica de un área de interés patrimonial del poblado y su posterior ampliación incorporando el cementerio, lo cual fue posible a través de las actividades realizadas en dos cursos del Programa y del trabajo y gestión realizada por el equipo docente junto a un grupo de alumnos comprometidos con el resguardo del patrimonio y un desarrollo sostenible a partir del reconocimiento de las fortalezas e identidad del poblado.
Posteriormente, a través de las asignaturas del Programa Chiloé, realizó una serie de propuestas de intervención sobre el espacio público, entre las cuales destaca el diseño preliminar de la nueva Plaza de Tenaún, la cual fue desarrollada como anteproyecto por alumnos y presentado a continuación por la Municipalidad de Dalcahue para postular al Programa Protección del Patrimonio Familiar, impulsado por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, lo que permitió la asignación de fondos para la elaboración del proyecto definitivo y su actual construcción.
Entre otros anteproyectos que se realizaron como parte de las asignaturas de este Programa, se encuentra la sede de la ONG de Desarrollo Social de Tenaún (CODET), siendo uno de sus fundadores y primer presidente Nicolás Bahamonde, quien en un conceptuoso discurso agradeció la permanente presencia de la Universidad de Chile en el archipiélago y relevó las acciones emprendidas por el Programa Chiloé. En su intervención en la reunión ampliada, recordó sentidamente al arquitecto Profesor Hernán Montecinos Barrientos (†), pionero y fundador del Programa y del Convenio suscrito con el Obispado de Ancud, destacando sus logros y su calidad humana.
Tras sendos discursos de las autoridades comunales y representantes de la comunidad de Tenaún, los académicos del Programa Chiloé agradecieron la permanente hospitalidad de los vecinos y exteriorizaron el interés de poder continuar con las actividades académicas que puedan representar un beneficio para la comunidad, comenzando con los estudios preliminares para la elaboración de un proyecto de desarrollo sustentable del borde costero de la misma localidad. Al respecto, uno de los ex alumnos del curso y actual monitor, el egresado Carlos Hevia, destacó la participación ciudadana como esencial en cualquier proceso de desarrollo y relevó el compromiso de todas las partes involucradas.
La visita del Curso al archipiélago incluyó paralelamente, una serie de actividades complementarias de reconocimiento de terreno en la costa oriental de la isla grande, junto al registro de inmuebles de valor patrimonial en la localidad de Achao, en la isla de Quinchao, procediendo con los respectivos levantamientos planimétricos, fotográficos, ortofotogramétricos, sociales y técnicos. Dichas actividades fueron coordinadas por el arquitecto de la Municipalidad de Achao Cristián Meléndez, ex alumno de nuestra Facultad y colaborador permanente del Programa Chiloé, quien propició los contactos y facilitó el acceso a las referidas construcciones, siguiendo con el itinerario y el compromiso del Programa en relación a la puesta en valor de la arquitectura civil de las comunas de Achao y Quinchao.
Finalmente, cabe recordar que el Programa Chiloé ha tomado un nuevo impulso en los últimos años, con nuevos desafíos que apuntan hacia la generación de conocimiento y que contribuyen con la formación de futuros profesionales con un compromiso ético y social, aportando paralelamente -desde los ámbitos académicos-, con las comunidades de localidades en condición de aislamiento y precariedad respecto al contexto nacional.
El aprendizaje en terreno
Los requerimientos de una formación universitaria confluyen con las necesidades propias de comunidades lejanas, permitiendo con ello la articulación de la docencia directa con acciones prácticas que requieren incorporar el ámbito de la investigación académica junto con la extensión, dando cuenta del compromiso de la institución pública con las comunidades beneficiadas.
A partir de esta articulación de ámbitos académicos -enseñanza, investigación y extensión-, los alumnos comprenden y asimilan el proceso de aprendizaje como parte de una formación integral, estimulando a la vez su compromiso con el desarrollo de una creciente autonomía, que les permitirá en un futuro profesional, desempeñarse apropiadamente en el contexto de la incertidumbre que emana de los permanentes y acelerados cambios propios de un mundo globalizado e hiperconectado.
La experiencia de este particular accionar pedagógico, que articula distintos ámbitos del quehacer académico -como la enseñanza, investigación, extensión- con el contacto directo de la problemática arquitectónica-social, en terreno y con el compromiso de todas las partes involucradas, permite reafirmar que los procesos de la enseñanza de la arquitectura requieren incorporar crecientemente dichos aspectos que permitan al estudiante adquirir y desarrollar las competencias para su futuro desempeño pleno de la profesión, conociendo de este modo, la realidad nacional y social que de otra manera no podría asimilar en plenitud.
Este contacto con la realidad permite a la vez, que los estudiantes se vean mayormente interesados en participar, más aún en proyectos que tienen la real factibilidad de ser ejecutados -directa o indirectamente a partir de sus aportes- y además, brindan la oportunidad de constituirse en un verdadero beneficio para la comunidad.
Paralelamente, el hecho que los alumnos tengan la posibilidad de conocer las comunidades en donde efectúan su aporte, y que tengan la oportunidad de contactar y estrechar lazos con muchos de sus miembros, establece una experiencia de gran valor formativo y en especial compromete al estudiante con su labor inmediata, extendiéndose incluso hacia un compromiso más profundo y duradero.
La comunidad asume igualmente una actitud de compromiso, junto con las autoridades municipales que ven la oportunidad de estrechar lazos con el mundo universitario, a partir de la acción fructífera de alumnos guiados por sus profesores, en una asociación sinérgica que beneficia al conjunto de participantes y que reafirma los fundamentos de la Universidad de Chile como principal institución pública de educación superior en el país.
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