El Colegio de Arquitectos de Chile, eligió entre el 18 y 19 de diciembre pasado, a los integrantes de su nueva mesa directiva, quienes el 12 de enero por votación interna eligieron a su Presidente, dos Vicepresidentes, Secretario General y Tesorero, quienes serán los máximos representantes del gremio por el periodo 2018-2019 (ver nota anexa del CA).
Como Presidente del Colegio fue elegido el arquitecto y académico FAU, Humberto Eliash Díaz, quien sucederá al también académico FAU, Alberto Texido que presidió la mesa directiva durante el periodo de transición.
El Académico Eliash, que envió un mensaje a todos los colegiados (ver nota anexa) a través de la página web del Colegio, nos comenta en esta breve entrevista cuáles son las proyecciones de su mandato y el protagonismo de la FAU en los últimos meses:
¿Cómo valora el hecho que sea un arquitecto FAU el que asuma la presidencia del colegio de la orden en un período de transición (Texido) y que sea también un arquitecto FAU (Ud) el que asume un nuevo proceso donde además debe superar una crisis de participación y de identidad?
Me parece que la procedencia de la universidad de origen de los directores o presidentes del Colegio ha dejado de ser un tema relevante para la profesión de arquitecto en Chile. No se puede establecer una relación directa entre la gestión de un directorio con la universidad donde estudiaron. Hay más de 40 escuelas de arquitectura en Chile más unos cuantos arquitectos extranjeros ejerciendo con lo cual se ha perdido la hegemonía que por décadas mantuvieron las facultades tradicionales. A propósito de esto en este directorio se ha dado una situación que ocurre por primera vez en su historia. Este directorio de 11 personas representa a una gran diversidad generacional, trabajan tanto en el sector público como en el privado, se desempeñan tanto en lo académico y profesional y provienen de diferentes universidades tanto tradicionales como emergentes. Hasta hace no muchos años en el CA se debatía si se podían colegiar arquitectos de universidades privadas y si los estudiantes de esas universidades tenían o no derecho a participar de las Bienales de arquitectura.
Estoy muy orgulloso de los valores hacia el bien público que me trasmitió la Universidad de Chile pero no es patrimonio de esta Universidad ni de ninguna otra. De hecho, los titulados en la FAU están entre quienes menos se colegian actualmente.
¿Cuáles serán los primeros objetivos de su mandato?
Desde luego nuestro primer desafío es enfrentar los problemas de administración y de financiamiento que ha tenido el Colegio que han derivado en la crisis actual. Queremos aumentar la cantidad de colegiados activos. Atraer a las generaciones más jóvenes a través del trabajo en comisiones y comités y hacia actividades cada vez más diversas que den cuenta de las múltiples formas que hay de ejercer la arquitectura no solo en Chile sino en el mundo. De esta forma nuestra voz tendrá más fuerza para opinar y para armonizar los derechos de la ciudadanía con los derechos de los profesionales y los otros agentes del proceso de construcción de la ciudad que son básicamente el Estado y la empresa privada.
Quiero potenciar el SAT (Servicio de asistencia técnica) que presta apoyo profesional a las familias más vulnerables ayudándoles con permisos, regularizaciones, ampliaciones, etc. Ahí hay una gran responsabilidad social y un enorme vacío que no se hace cargo ni el Estado ni la empresa privada. Con ello prestamos un servicio social y daremos trabajo a muchos arquitectos de todo Chile.
También pretendemos replantear la relación entre Santiago y regiones que ha estado marcada por la falta de equidad. Esta vez, como nunca antes en un directorio nacional, los directores representan un vasto territorio que va desde Tarapacá hasta Chiloé pasando por Valparaíso y Santiago. Pretendemos que eso más que una señal, sea una posibilidad real de un nuevo trato hacia las regiones.
Otra idea que tenemos es recuperar el liderazgo a nivel latinoamericano como gremio que se fue desdibujando con el tiempo debido a la desregulación acelerada de nuestra profesión en relación a otros países de América Latina.
Como disciplina la arquitectura chilena está gozando de un alto reconocimiento a nivel nacional como internacional. Lo mismo ocurre con la parte académica de la arquitectura, si se mide por la calidad de algunas universidades que imparten la carrera y si la medimos en calidad y cantidad de publicaciones y en calidad y cantidad de posgraduados. Sin embargo, en organización gremial no ocurre lo mismo. Ahí la arquitectura chilena está al debe desde hace bastante tiempo. Nuestra idea es ponerla a la altura que le corresponde.
¿Cómo proyecta esta nueva etapa del Colegio?
En cierto modo es una continuidad y en cierto modo es un cambio de rumbo. Es una continuidad con el trabajo gremial que data de los primeros años del siglo XX y que toma la forma de Colegio único en 1942 con la creación del Colegio de arquitectos de Chile que fusionó las sociedades de arquitectos de la U. De Chile y los de la U. Católica (las dos únicas en esa época). En ese sentido es la continuación de un trabajo institucional que afortunadamente no desapareció ni se atomizó con la desregulación profesional que hizo el gobierno de Pinochet en los años ochenta.
Al mismo tiempo vivimos una etapa refundacional. El Directorio de transición nos ha dejado una enorme tarea en el campo legal, financiero y administrativo. Ellos dieron pasos muy importantes para transparentar la información, disminuir los gastos, racionalizar los recursos humanos, pero ahora hay que pagar las deudas y hacer crecer el colegio. Este directorio que encabezo está plenamente consciente de estos desafíos y está preparado para abordarlos. Creo que – sin renunciar a nuestras reivindicaciones históricas- debemos actuar como si nunca más volviéramos a tener colegiatura obligatoria y aranceles fijos y no vivir de la esperanza de que aquello volverá. El país cambió, la sociedad cambió, nuestra profesión ya no es la misma y debemos adecuar nuestra gestión institucional a esta nueva realidad.